La revista electrónica
de libre acceso Teoría y crítica de la
psicología ha decidido traducir y publicar íntegramente la Declaración de Renuncia
de Ian Parker a la Universidad Metropolitana de Manchester. Esta Declaración
debe ser conocida en español. No sólo por su valor documental en la historia
inmediata de las opciones críticas, alternativas y radicales en la psicología, sino
también porque muestra una situación profundamente significativa en la que alcanzamos
a vislumbrar los vínculos tan estrechos que unen la expansión de la psicología dominante
y una lógica institucional de control, hostigamiento, autoritarismo, silenciamiento
de las voces disonantes, falta de transparencia en las decisiones, represión de
la lucha sindical, despolitización del ámbito universitario, privatización de
la educación pública, eficiencia empresarial y supresión de cualquier
posibilidad de reflexión y discusión. Entendemos que las universidades totalmente
subordinadas al sistema sean los ámbitos más propicios para el desarrollo de las
psicologías dominantes y de otras emanaciones ideológicas del mismo sistema.
31 de enero 2013
Declaración de Renuncia
de Ian Parker a la Universidad Metropolitana de Manchester
He renunciado a la
Universidad Metropolitana de Manchester (MMU). Mi posición aquí se ha vuelto
insostenible. Fui suspendido por cuestionar arreglos de carga de trabajo y procedimientos
de contratación. La universidad hizo entonces engañosas declaraciones a la
prensa en las que daba a entender que había otras razones para la acusación de
“mala conducta profesional grave”. El ataque de la universidad contra mis
derechos como universitario, contra mi trabajo académico y contra mis
actividades sindicales, ha tenido efectos duraderos, y todo intento de reparar
el daño ha sido bloqueado por las autoridades universitarias. La evidencia
escrita presentada a la audiencia disciplinaria por uno de mis directores
incluía una frase involuntariamente significativa: “Lamento profundamente la
situación y el daño inexorable incurridos por mi Departamento y por la
Universidad”. ¡Debo decir que estoy de acuerdo! La base de la campaña para
apoyarme fue que las cuestiones de confidencialidad y control estuvieron en el
centro de las actividades que llevaron a mi suspensión, y que los documentos
deben ser difundidos para dejar en claro cuáles eran los cargos y así limpiar
mi nombre. Un archivo de material sobre el caso se fue acumulando a lo largo de
la campaña en www.asylumonline.net/ian
Los documentos clave
Ha habido un esfuerzo
sostenido para hacerme callar, y la supresión de los documentos (como bien lo sabe
la universidad) no me favorecía. Es por eso que ahora estoy haciendo públicos estos
documentos, para que los lectores puedan decidir por ellos mismos si yo tenía
toda la razón en cada paso del camino, o si lo que hice fue estúpido y brutal,
o si he cometido atroces crímenes que deban ser castigados con un intento de
poner fin a mi carrera académica.
El 18 de mayo 2012, siendo representante sindical de la University
and College Union (UCU) en mi campus, envié a algunos colegas individuales en
mi departamento un correo electrónico “confidencial” sobre la carga de trabajo
para el próximo año académico [www.parkerian.com/120518.rtf].
Este correo fue transmitido por uno de los destinatarios al jefe del
departamento, y me citaron a una reunión, antes de la cual envié un correo
electrónico abierto, el 21 de mayo, a la lista departamental, de modo que
estaba claro lo que había hecho [www.parkerian.com/120521.rtf].
Una carta de advertencia enviada por el jefe del departamento constituye aquello
a lo que la MMU se refiere, en el segundo de sus dos cargos, como “una
instrucción de manejo razonable” [www.parkerian.com/121003.rtf].
El 26 de septiembre 2012, en un correo electrónico enviado al jefe
del departamento, cuestioné la falta de transparencia en los procedimientos que
permitieron el nombramiento de un nuevo profesor [www.parkerian.com/120926a.rtf]. Después de su
respuesta, que no calmó mis preocupaciones y que me invitó a consultar el
departamento de Recursos Humanos [www.parkerian.com/120926b.rtf], envié un
correo electrónico al departamento, con copia al Director General de Recursos
Humanos (HR) y al Vice-Rector [www.parkerian.com/120926c.rtf].
Éste es el correo electrónico al que se refiere la MMU, en el segundo de los
dos cargos en mi contra, como el mensaje “destinado a socavar la credibilidad
de un Jefe de Departamento”.
El 2 de octubre, justo antes de las 16 horas, una carta
disciplinaria me citó a una reunión a las 11 horas del 3 de octubre [www.parkerian.com/121002.rtf]. Respondí que
no podría asistir a esta reunión porque era un plazo demasiado corto para que mi
representante sindical pudiera asistir conmigo. Es así como el 3 de octubre fui
suspendido [www.parkerian.com/121003.rtf] con efecto
inmediato. Para no hacer el cuento largo, la audiencia disciplinaria del 7 de
octubre resultó en un veredicto de que mi primer correo electrónico acerca de
las citas en septiembre era de la competencia de mi trabajo como representante sindical,
pero que el correo electrónico para el Departamento de Recursos Humanos y para
el Vice-Rector, y copiado a todo el departamento, fue planeado para socavar al
jefe del departamento, y por lo tanto desobedeció la “instrucción de manejo
razonable” de no enviar dichos correos electrónicos. El cargo fue rebajado de
“mala conducta profesional grave” a “mala conducta profesional”, y la pena fue la
emisión de una “advertencia final por escrito”, lo que significaba que podría
ser despedido de inmediato por cualquier otra “mala conducta” que se me
imputara. También se me solicitó que escribiera una carta de disculpa al jefe
de departamento (por enviar mensajes de correo electrónico que socavaban su
autoridad). Si bien tuve la tentación de obstinarme a no hacer esta disculpa,
debí reconocer, después de algunas discusiones con mis amigos, que sí había
ciertos aspectos de los correos electrónicos por los cuales podía y debía pedir
que se me disculpara. Así que escribí y envié esa disculpa [www.parkerian.com/121204.rtf]. El camino
estaba despejado entonces para volver a trabajar. Pero también estaba claro
para mí que no regresaría a un departamento donde había sido intimidado y hostigado
(como lo explico más abajo). Una fecha de apelación se fijó para el 30 de enero
de 2013. Sin embargo, para entonces, ya era claro que este llamamiento, al
igual que la audiencia, no estaría dirigido con justicia.
Apelé sobre la base de que, en los términos del procedimiento
disciplinario de la MMU, “la pena era desproporcionada en relación con la supuesta
infracción disciplinaria” (un correo electrónico copiado a mis colegas, cuestionando
los procedimientos de nombramiento, siendo yo representante sindical, no constituye
una falta grave), “el procedimiento disciplinario no se siguió correctamente” (la
composición y el comportamiento del panel fue inapropiado, pues incluía al
personal de Recursos Humanos, que ya había enviado cartas disciplinarias), y
“aparición de nueva evidencia” (de la influencia del Vice-Rector en los
resultados del proceso, sobre lo que volveré más adelante).
Ataque personal
He sido atacado
personalmente y mi trabajo se ha visto socavado en el último año. He sido particularmente
afectado porque he hablado, pero no soy el único en mi departamento (o en la MMU)
que haya sufrido la lógica de intimidación y la política de acoso que reinan en
la universidad.
Por ejemplo, se acordó una fecha (21 de junio de 2012) para mi
Revisión de Desarrollo Profesional (PDR) que se realiza anualmente con el jefe
de departamento, pero ésta fue cancelada y reemplazada por una reunión con dos directivos,
el jefe de departamento y el decano, el 10 de julio. En esta reunión (donde se
me dijo que yo había publicado demasiado y que debería dejar mis actividades sindicales),
el decano me fijó “objetivos” para el próximo año. Me percaté de que se trataba
de objetivos que debían ser establecidos por mí en la forma PDR enviada después
de la reunión con el decano. En agosto fui citado a otra reunión con el jefe de
departamento y el decano. Consulté a mis asesores sindicales, y el 12 de
septiembre, le escribí al decano, cuestionando la forma en que se llevó a cabo
mi PDR y pidiendo una PDR alternativa. La respuesta a este correo electrónico vino
del Vice-Rector y consistió en someter la cuestión, como un asunto
disciplinario, al Departamento de Recursos Humanos. Comencé a preparar mi queja
en contra de los directivos de la MMU por intimidación, hostigamiento y acoso (formalmente
presentada después de que fui suspendido, cuando no tenía acceso a mis correos
electrónicos universitarios para recopilar la información que necesitaba).
Empecé por una declaración en la que describía mi caso, la cual fue presentada
el 3 de noviembre.
Una vez que terminó mi suspensión, se me dieron instrucciones
para volver a mi departamento el día hábil siguiente. Fui con mi médico y
obtuve un certificado médico por ansiedad/estrés en el trabajo. Una cita para analizar
mi motivo de queja fue fijada para la mañana en que estaba previsto reunirme de
nuevo con mi médico. En ese momento estaba muy claro que la queja, cuyo trámite
sería dirigido por un miembro de la junta directiva de MMU (como sucede con
muchas otras quejas recibidas por la universidad), se trataría como si fuera
una audiencia disciplinaria. Ahora debo pensar en mi salud en estas circunstancias
intolerables, y ésta es una de las razones por las que renuncié a dar
continuidad a esta queja.
Posición profesional
Mi trabajo profesional
como académico ha sido socavado hasta el punto de que ya no hay nada en el
departamento de psicología en la MMU por lo que merezca la pena volver. No sólo
mis condiciones de trabajo cambiaron, sino que hubo un rápido y total
desmantelamiento de la base de investigación que ayudé a construir durante los
últimos 27 años en la MMU. Organicé congresos y seminarios de investigación con
profesores invitados, viajé y establecí vínculos con universidades de todo el
mundo, y trabajé con diferentes colegas para escribir material de investigación
que ha contribuido a que la MMU sea un centro de métodos innovadores de
investigación y trabajo crítico en psicología. Luché para que este trabajo se
introdujera en la enseñanza a nivel de postgrado y pregrado. Incluso durante
mis cuatro años en el Bolton Institute (1996-2000), seguí asesorando a
estudiantes de doctorado matriculados en la MMU, y además co-organicé un
congreso internacional, en 1999, en el campus de la psicología.
En los últimos años, se han puesto obstáculos en el camino de
los investigadores visitantes, se me ha prohibido viajar durante el curso, y
mis clases de psicología crítica e investigación psicoanalítica han sido eliminadas.
Me he visto perjudicado tanto en el plano personal como en el profesional. La
psicología de la MMU se orienta ahora hacia modelos y métodos convencionales,
perdiendo así la base de su reputación distintiva en relación con otros
departamentos de psicología en el Reino Unido. Hay también una reducción de los
estudios sobre discapacidad y sobre psicología comunitaria. Vemos extinguirse
así la reputación de la MMU en la investigación crítica innovadora en psicología.
Se ha vuelto patentemente claro que ya no hay lugar para mí en ese
departamento.
Mis estudiantes
He tratado de
comprometerme con la MMU durante este tiempo difícil, y hacer un llamamiento a
quienes puedan tener aún alguna simpatía por un ethos académico de investigación abierta en la universidad. Aunque
la Encuesta Nacional de Estudiantes (NSS) sea invocada para justificar el
aumento de las cargas de trabajo del personal docente, la universidad, en
realidad, parece despreciar a los propios estudiantes. Más allá de las
respuestas a la NSS, el espíritu de auto-gestión y el cuestionamiento de los
estudiantes es visto con desconfianza o incluso degradado (en el caso de la campaña
para apoyarme).
Me he esforzado por encontrar una solución que proteja las
carreras de mis estudiantes de doctorado. Seguí encontrándome con los estudiantes
de doctorado y hemos tenido a veces angustiosas discusiones sobre cómo podríamos
continuar con sus investigaciones y cómo yo podría continuar apoyándolas. He solicitado
a la MMU que se me transfiera a otro departamento, y he ofrecido incluso hacer
esto en un contrato fraccionado para poder continuar asesorando a los
estudiantes ya registrados. La universidad ha dejado claro que no aceptará esta
petición razonable.
El sindicato
Como representante
sindical, traté de plantear cuestiones sobre el control y la falta de
transparencia, pero esto ha resultado ser una tarea casi imposible en el último
año. En mis correos electrónicos sobre la carga de trabajo, he intentado
plantear la cuestión de la creciente presión sobre el personal, primero en
correos confidenciales y luego en un correo para todo el departamento. El nivel
de miedo era tal que fue necesario recabar opiniones primero en privado y facilitar
así la acumulación de información sobre la carga de trabajo para la discusión
colectiva abierta. Envié estos correos electrónicos mientras era representante
sindical en el campus Gaskell de la MMU, y en la audiencia disciplinaria, argumenté
que lo hice en el ámbito de mis actividades sindicales. La comisión
disciplinaria estuvo de acuerdo en que yo tenía derecho a plantear estas cuestiones,
pero no estuvo de acuerdo con la manera en que lo hice.
Hubo un intento, en mi reunión con las autoridades del 10 de
julio de 2012, de impedirme actuar como representante sindical. El sindicato era
uno de los pocos espacios “seguros” para discutir asuntos relacionados con la
carga de trabajo y con la intimidación (de hecho, yo mismo había organizado una
reunión sindical abierta sobre la intimidación en la misma semana de mi
suspensión). Ahora descubro que el jefe del departamento se las ha arreglado
para intervenir en la sección sindical del campus. Temo por la capacidad de mis
colegas para seguirse organizando para defender sus condiciones de trabajo. Y con
las restricciones que se me impusieron, es poco lo que yo habría podido hacer
para apoyarlos.
Contexto institucional
Le escribí al Director
de Recursos Humanos, el 10 de diciembre de 2012, para decirle que mi trabajo ya
no era valorado en el Departamento de Psicología. Se había producido, sin
discusión, un cambio deliberado de mis condiciones de trabajo y de mi estatus en
el departamento, así como una ruptura de la confianza, y mis quejas habían sido
ignoradas. Le dije a Recursos Humanos que yo creía que se reanudaría la
intimidación y el acoso que había señalado. Pedí que se me transfiriese al
Instituto de Educación e Investigación Social (ESRI) en un contrato fraccionado
que abarcara la supervisión de mis estudiantes de doctorado y que permitiera a la
MMU favorecerse de mis publicaciones. El ESRI me indicó que aceptaría esto con
gusto si había un acuerdo en la MMU para transferir recursos de la Facultad de
Salud a la de Educación.
Gracias a mis contactos con colegas de otros departamentos, he
descubierto que hay un patrón, en toda la MMU, de control y falta de transparencia,
así como de represalias contra las personas que se atreven a denunciar esto. La
jefa del departamento afirma que ella únicamente aplica la “agenda de cambio” en
la MMU. El problema puede ser, en efecto, que ella sólo está haciendo
obedientemente y con entusiasmo lo que la alta gerencia en la universidad le
dice que haga.
Cuando pedí ayuda al Vicerrector responsable de la investigación,
canalizó el asunto a Recursos Humanos, con el mensaje implícito de que sería
sujeto a una acción disciplinaria incluso por quejarme de la forma en que había
sido tratado. Durante el período de mi suspensión, en un comentario de prensa, la
MMU ha insinuado que la suspensión era un asunto más grave que el envío de
mensajes de correo electrónico acerca de los procedimientos de carga de trabajo
y falta de transparencia en los nombramientos. El propio Vicerrector hizo esos
comentarios cuando un grupo de estudiantes e investigadores le entregaron la
petición sobre mi caso en la mañana de mi audiencia disciplinaria.
Campaña de apoyo
Si hubiera obedecido la
instrucción del 2 de octubre (la de no discutir de mi suspensión con nadie),
hubiera estado acabado. La sección sindical en la MMU se ha mantenido firme en el
apoyo que me brinda, y sus miembros han tomado iniciativas para proteger nuestros
derechos sindicales, iniciativas que los han puesto en riesgo en un plano
personal y profesional. Me dieron un buen consejo cuando yo no sabía qué hacer,
y me acompañaron en todo el proceso. Admiro a todos aquellos activistas que
hablaron y que se organizaron, y que ahora continuarán luchando contra la
gestión de la MMU desde el interior. Mis amigos en diferentes universidades de
todo el mundo se movilizaron para defenderme, aun cuando no sabían exactamente
lo que yo había hecho mal. Confiaban en que las insinuaciones de la MMU debían
ser una estratagema de la institución para socavar mi caso, y a través de sus peticiones
y correos electrónicos de protesta, pidieron reiteradamente a la universidad que
dijera claramente lo que estaba haciendo y por qué lo estaba haciendo.
Activistas del movimiento de psiquiatría democrática me apoyaron
y mantuvieron una página electrónica abierta con información sobre mi caso.
Compañeros de izquierda, en diferentes organizaciones, fueron una fuente de
fortaleza política. Los colegas de organizaciones psicoanalíticas también vinieron
en mi ayuda, e insistieron en la dimensión ética de las preguntas que yo hacía
y en mi derecho a preguntar. Y un grupo de estudiantes y visitantes
internacionales, que vieron súbitamente su trabajo académico perturbado por lo
que había sucedido, se reunieron e hicieron muchas cosas sorprendentes y
maravillosas para apoyarme a mí y a mis seres queridos. No me puedo imaginar lo
que hubiera sido si me hubiera quedado callado y aislado. Lo que he aprendido
en el curso de esta campaña, es que hay muchos que han sido atacados y
derrotados, y que se han hecho invisibles y miserables.
El futuro
Hay algunas cuestiones
pendientes. Mientras mi audiencia disciplinaria se llevaba a cabo en la mañana
del 7 de noviembre, un grupo de estudiantes e investigadores visitantes
internacionales entregaron una petición al Vicerrector en su despacho,
protestando en contra de mi suspensión y criticando la manera poco transparente
en que la MMU había manejado mi caso. Me quedé asombrado al enterarme de que el
Vicerrector dijo que “nunca había encontrado nada tan grave”, y que, incluso
después del resultado de la audiencia, “no todos los hechos se harían públicos”.
Las implicaciones de esta declaración por parte del Vicerrector son muy
preocupantes, ya que indican, no sólo que había prejuzgado el caso, sino que en
ningún momento la MMU revelaría todos los detalles del caso, por lo que mi reputación
ya no podría limpiarse (ésta es una razón por la que hago públicos los
documentos ahora). Escribí al Vicerrector, y el grupo de alumnos/investigadores
emitió una declaración abierta (ambos están en www.asylumonline.net/ian). Su respuesta fue
simplemente remitir el asunto a Recursos Humanos, y se me dijo que mi correspondencia
con él se trataría en mi apelación. Esto es grotesco, y todavía estoy exigiendo
una retractación de sus comentarios y una disculpa.
En el departamento de psicología hay mucha infelicidad, pero
ahora ya no habrá ninguna voz de protesta. En este sentido, el jefe del
departamento ha tenido éxito en la aplicación de lo que la MMU llama su “agenda
de cambio”. Se impone la ficción de que todo todos son cómplices voluntarios,
pero no lo son todos. He estado en contacto con un grupo de colegas en ese
departamento, e incluso cuatro de ellos, que han estado en desacuerdo con la
forma en que he planteado las cuestiones de carga de trabajo y falta de
transparencia en los nombramientos, han indicado que estarían dispuestos a hablar
anónimamente a la prensa.
Tengo que seguir adelante, ahora fuera de la MMU. Estaré
ocupado con trabajo psicoanalítico y con proyectos que he estado planeando y
revisando. Voy a seguir trabajando en el marco de la Discourse Unit, y en colaboración con diferentes instituciones
académicas de todo el mundo. La universidad me estaba haciendo mal. Era el
momento de salir.
Ian Parker |