Psicología histórico-cultural: ¿para qué sirve? Tesis sobre la inseparabilidad entre psicología y política

Resumen

Este artículo busca resaltar el propósito social de una determinada teoría, la Psicología Histórico-Cultural. Se parte de la posición materialista histórico-dialéctica por la cual toda teoría, por más abstracta que sea, tiene una raíz concreta, una génesis y un desarrollo históricamente determinados. Las corrientes psicológicas que se desplegaron desde el nacimiento de la Psicología como ciencia a principios del siglo XX estuvieron y están atravesadas, aunque con distintos matices, por concepciones en las que predomina el idealismo y prevalece el materialismo mecanicista. Esta oposición caracteriza también la lectura de ciertos intérpretes contemporáneos de la psicología histórico-cultural. Para entrar en el debate, el texto se articula en torno a la defensa de tres tesis que se relacionan entre sí: 1) toda teoría psicológica tiene una posición política, implícita o explícita; 2) lo que valida una teoría es su capacidad de actualizarse históricamente en la explicación esencial de los fenómenos a los que se enfrenta; y 3) la única posibilidad de acercarse a las teorías es a través de su fundamento filosófico-metodológico. El objetivo de este texto es llamar la atención sobre el riesgo de que la Psicología Histórico-Cultural se transforme hasta el punto de conformarse al orden social burgués desde posiciones reformistas. Por tanto, la defensa de que el abandono del materialismo histórico-dialéctico, base analítica de la teoría social de Marx y Engels, es el punto clave para identificar lo que se presenta como distorsión o transformación necesaria. Se argumenta la utilización del método materialista histórico-dialéctico, cuyo supuesto expresado en la tesis 11 sobre Feuerbach afirma que el conocimiento es un instrumento de transformación. Este supuesto debe orientarnos para que la psicología histórico-cultural avance como ciencia y como praxis, sin convertirse en dogma ni reducirse a un enciclopedismo vacío. Se trata de afirmarla como una fuerza material que coadyuva en la transformación revolucionaria de la realidad, contribuyendo a la construcción de saberes comprometidos con la emancipación humana y no con la profundización de la barbarie. Éste es su propósito político.